Toman su nombre de un vino dulce que embriaga sin que te des cuenta, pero lo suyo es poner contento al personal que está atento. Atento a las letras ácidas e implacables de sus canciones, y al ritmo infeccioso y fiestero de su música. Antihéroes de vuelta, aventuras a pie de calle y pequeñas emociones a flor de piel constituyen el universo chispeante, revoltoso y tierno de este combo granadino-almeriense aflamencado y gamberro. Han pateado en los últimos tiempos las carreteras de media Andalucía trayendo y llevando su música llena de pellizcos incendiarios y melodías que se pegan al techo del paladar. Sus conciertos, como el buen vino, son una invitación a poner la realidad en solfa y el corazón contento. Un intento que –no falla- siempre acaba en jarana.